viernes, 19 de julio de 2019

Las personas que te importan

En la vida conocemos a muchas personas. El núcleo principal está formado por la familia, siendo con quienes más convivimos y es fundamental para nuestro buen desarrollo personal y social. Nuestros padres son los primeros en cuidarnos demostrándonos su afecto y su preocupación, luego, hermanos y demás seres queridos comienzan a formar el entramado de nuestras relaciones personales. 

A medida que crecemos vamos ampliando nuestro circulo social con los compañeros de estudios, de trabajo y las numerosas personas que vamos conociendo con el tiempo. Las hay intranscendentes y muy importantes para nosotros, interesadas en lo superficial y en lo duradero; las encontraremos egoístas y altruistas en sus actos, sinceras y engañosas en sus manifestaciones; unas estarán poco tiempo y otras para siempre, asentando su amistad en nuestro corazón. Y entre todas ellas formarán esa amplia amalgama de personas que nos acompañarán en algún momento de nuestra vida.

Si la familia nos viene dada por el principio del nacimiento, las compañías forman parte de nuestras elecciones y nuestra tarea debe ser saber elegirlas bien porque sus influencias suelen ser decisivas en el devenir de nuestros días. Durante la vida llegamos a comprender que nuestra verdadera familia está compuesta por todas las personas que nos quieren y nos aman sinceramente porque esta no tiene ningún límite.

Cuando la vida se vuelve complicada llegan momentos en los que, a veces, pensamos que tenemos enemigos pero éstos realmente no existen en plural. ¿Dónde están? No son los que nos critican porque esos nos hacen más inteligentes. No son los que nos atacan porque nos hacen más hábiles. No son quienes pretenden herirnos pues esos nos fortalecen. Ni tampoco son quienes nos odian porque esos simplemente expresan su ignorancia. Por tanto, no debemos parar ni entretener nuestra vida dando importancia o cabida a esas ideas ni a esas personas porque no son quienes buscamos ni quienes nos importan. 

Solo tenemos un enemigo verdadero y real y no es otro que nosotros mismos, en singular. Aunque parezca un verdadero contrasentido, solo nosotros podemos llegar a perjudicarnos porque nuestra debilidad y nuestra gran fortaleza es la capacidad de decidir qué es lo que nos afecta y qué no. Entender esto es transcendente en nuestro devenir porque nos va ayudar a fortalecernos evitando numerosos errores y malos entendidos, de igual forma que nos será muy útil para apartarnos de las personas inadecuadas llegado el momento. Con ello evitaremos enredarnos en conflictos tan perjudiciales como innecesarios, especialmente con esas personas tóxicas que pueden extraviarnos en exceso.

Nos vamos a centrar en esas otras que a su paso o con su presencia dejan una profunda huella en nuestro corazón, ya sean familiares o amigos, porque son las personas importantes de nuestra vida, a las que dedicamos nuestros mejores pensamientos y nuestros más sentidos actos, como respuesta inequívoca de nuestro reconocimiento y nuestros sentimientos más sinceros y elevados. Las buenas compañías son necesarias y muy transcendentes.

Son quienes van a ocupar los mejores lugares de nuestra vida porque son muy importantes para nosotros, pero si es así, ¿les cuidamos como se merecen? Esta es una pregunta que necesitamos responder en el interior de nuestra conciencia con total y absoluta sinceridad para luego expresarnos y actuar en consecuencia hacia todos ellos.

En la vida suceden muchos acontecimientos, unos buenos y otros no tanto. Hay situaciones delicadas que surgen de improvisto e impiden que podamos terminar algunas cosas. Es por ello que lo importante hay que hacerlo cuando se puede, en el momento adecuado, sin dejarlo para más adelante por si se vuelve imposible de hacer, con lo que siempre evitaremos arrepentimientos. Entre ello está decir a nuestros seres queridos cuanto los queremos y lo importantes que son para nosotros, el papel tan importante que desempeñan en nuestra vida, tantas veces como podamos, porque no basta con pensarlo sino que es precisa su expresión para que nuestro sentimiento llegue a su sentimiento.

Y para finalizar, recordar que con ellos siempre debemos tener una predisposición de servicio activa y manifiesta. Es esa acción de reciprocidad la que fortalece los lazos de la unión sincera y el amor verdadero. El mayor tesoro de la vida está compuesto por todas las personas que nos quieren. A nosotros corresponde mantener todo lo bueno que tenemos y expresar nuestro sentimiento hacia ellos. Cuidar de quienes nos cuidan es ser honestos con ellos y con nosotros mismos y esa coherencia genera armonía y felicidad comunes.


Antonio Gómez Sánchez

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